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Constelación de Escorpio (objetivo de 35 mm, 13 segundos a 1250 ISO y f/1.8) |
Al fotografiar el cielo nocturno nos encontramos una primera dificultad: trabajamos en condiciones de muy poca luz, lo que implica que tendremos que utilizar tiempos de exposición elevados. Y aquí tropezaremos con la siguiente piedra: las estrellas no están quietas respecto al horizonte, sino que se mueven debido a la rotación de la Tierra. La necesidad de seguimiento se hace más evidente cuanto menos campo de cielo abarquemos y más tiempos de exposición necesitemos, y esto es lo que complica principalmente la fotografía de nebulosas y galaxias. Cuando hacemos una exposición de 10 minutos con telescopio y de un campo muy pequeño cualquier mínimo error hace que las estrellas no salgan puntuales, lo que arruina la toma. Además del tiempo de exposición podemos jugar con la sensibilidad, pero teniendo en cuenta que conforme mayor sea más ruidosa resultará la imagen. Si para comenzar con la astrofotografía no queremos complicarnos con el seguimiento, deberemos optar por cuerpos suficientemente brillantes (la Luna o los planetas) o por un campo lo bastante amplio que nos permita un tiempo de exposición suficiente, pero sin que se llegue a notar el movimiento aparente de las estrellas (siempre que no busquemos expresamente obtener los trazos estelares, claro). Teniendo en cuenta esto, podemos distinguir los siguientes tipos de fotografía astronómica según su grado de dificultad:
- Fotografía sin telescopio ni seguimiento. Con una cámara réflex, un objetivo medianamente luminoso y un trípode fotográfico podemos obtener imágenes de gran campo del cielo nocturno, abarcando constelaciones o incorporando elementos (horizonte, árboles o edificios) para darle un toque artístico (ejemplo).
- Fotografía a foco primario sin seguimiento. Acoplando el cuerpo de la cámara al telescopio (utilizando el tubo óptico como objetivo) podemos fotografiar objetos como la Luna, el Sol (con filtros adecuados) o los planetas si necesidad de realizar seguimiento, pues son lo suficientemente brillantes como para permitir exposiciones de menos de un segundo (ejemplo).
- Fotografía en paralelo con seguimiento. El siguiente paso sería intentar obtener imágenes de cielo profundo de gran campo, en las que es imprescindible el seguimiento pero sin que los pequeños errores sean apreciables. Se coloca la cámara con su objetivo en paralelo al telescopio, y todo debe ir sobre una montura ecuatorial motorizada que -previamente estacionada y alineada- sea capaz de compensar el movimiento de rotación de la Tierra (ejemplo).
- Fotografía planetaria de campo estrecho. Para fotografiar detalles de la Luna o de los planetas necesitaremos un telescopio con ocular o alguna lente barlow. Aunque no requieran exposiciones largas es imprescindible una montura motorizada para que el objeto no se salga rápidamente del campo (ejemplo).
- Fotografía de cielo profundo a foco primario. Para objetos débiles y a través del telescopio será necesario hacer tomas de larga exposición, de modo que el seguimiento no sólo es imprescindible sino que debe ser preciso. Normalmente se utilizan sistemas de autoguiado para corregir los posibles errores de la montura (ejemplo).
- Fotografía de cielo profundo y de campo estrecho. Cuando proyectemos fotografiar galaxias muy distantes y nebulosas planetarias hemos de tener en cuenta que además de ser muy débiles tienen un tamaño aparente pequeño, por lo que necesitaremos focales muy largas que dan como resultado campos muy reducidos. Requieren por tanto de exposiciones largas, seguimiento y un sistema de autoguiado perfecto, porque cualquier mínimo error será apreciable en la toma (ejemplo).
Fotografía sin telescopio ni seguimiento
Para dar el primer paso en la fotografía del cielo nocturno será suficiente con el siguiente equipo: