Lluvias de Estrellas. Las Perseidas

Perseida (Pedro Morales, Agrupación Albireo de Sevilla)
Las lluvias de estrellas son de los eventos astronómicos más arraigados en la cultura popular, siendo las Perseidas (las Lágrimas de San Lorenzo) la más conocida de las que ocurren a lo largo del año. Esto es porque tiene lugar en pleno verano -a mediados de agosto- en una época de noches muy agradables, de modo que es más cómoda de contemplar que las producidas por otros enjambres (como por ejemplo las Leónidas en las madrugadas de noviembre).

Se habla de una lluvia de estrellas cuando durante unos días se puede apreciar una frecuencia más elevada de lo normal de meteoros (lo que conocemos como estrellas fugaces) causada porque la Tierra atraviesa la nube de partículas dejada por un cometa en su trayectoria. Como vimos en el artículo sobre el cometa Garradd, estos cuerpos experimentan importantes cambios cuando se adentran en el Sistema Solar interno debido a la interacción con el Sol, cuya radiación produce la sublimación del hielo del núcleo cometario y la expulsión al espacio de polvo que pasa a orbitar en una trayectoria similar a la del cometa, formando una especie de anillo o corriente de partículas. Cuando la Tierra atraviesa una de estas corrientes, las partículas dejadas por el cometa penetran en la atmósfera a una gran velocidad consumiéndose por el calor de la fricción sin llegar a alcanzar la superficie. Como resultado vemos una serie de trazos brillantes más o menos frecuentes que parecen venir de la misma zona del cielo. El nombre que se le da a la lluvia de estrellas corresponde al de la constelación en la que se encuentra este punto conocido como radiante. Por tanto las Perseidas se denominan así porque tienen su radiante en la constelación de Perseo, las Leónidas en la constelación de Leo, las Acuáridas en Acuario, etc.

Al ser producidas por distintos cometas, las características de cada nube (densidad, distribución, tamaño de las partículas, etc) son diferentes, de modo que cada lluvia de estrellas difiere de otra en la frecuencia de los meteroros, el brillo y la velocidad. Además una misma lluvia de estrellas puede presentar diferente número de meteoros por hora de un año a otro porque la Tierra atraviesa en cada momento zonas de diferente densidad de partículas. Cuando la densidad es muy alta y se dan cifras del orden de 1000 meteoros por hora se habla de una tormenta de meteoros. Pero esto ocurre en contadas ocasiones y lo normal es que esta tasa horaria sea de entre 10 y 150.

Las Perseidas son causadas por el enjambre dejado por el cometa 109P/Swift-Tuttle, descubierto en julio de 1862 y que apareció de nuevo en 1992. Es una lluvia de actividad alta, con una Tasa Horaria Zenital (THZ) de unos 100 meteoros por hora, llegando a los 400 cuando se produce el perihelio del cometa. Se pueden ver durante un periodo largo de tiempo (entre el 16 de julio y el 24 de agosto) aunque su máximo tiene lugar entre el 11 y 12 de agosto. En 2012 la máxima actividad de las Perseidas está prevista para el 12 de agosto entre las 11:00 y las 14:30 TU coincidiendo con horas diurnas en Europa; no obstante la Luna se encuentra menguando, de modo que se puede disfrutar de cielos oscuros durante buena parte de la noche, siendo los mejores momentos la madrugada del 12 (antes del máximo pero condicionados por la Luna que saldrá sobre las 2:30 hora local) o durante la primera mitad de la noche del 12 de agosto (ya pasado el máximo de actividad).

El cielo hacia el noreste cerca de la medianoche del 12 de agosto (en azul  la ubicación del radiante de las Perseidas)

La observación de una lluvia de estrellas

Para disfrutar de una lluvia de estrellas hacen falta dos cosas básicas: un cielo oscuro y abarcar el mayor campo de visión posible; por tanto hay que alejarse lo suficiente de los núcleos urbanos y no es necesario instrumento óptico alguno. Lo ideal es permanecer tumbado para ver una buena porción del cielo, pues aunque los meteoros parezcan proceder de la región de Perseo pueden recorrer grandes distancias en la bóveda celeste antes de desaparecer. Debemos centrar nuestra atención en zonas oscuras (y no en porciones de cielo sobre el horizonte contaminadas lumínicamente) prefireblemente en dirección nordeste y hacia el cénit. Una buena referencia para centrar nuestro campo de visión puede ser el cuadrado de Pegaso. 

Podemos tomarnos esta actividad como algo puramente lúdico o al tiempo seguir una metodología para obtener una información que nos permita colaborar en el estudio de los enjambres meteóricos que realiza la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España (SOMYCE), uno de los campos donde más pueden aportar los aficionados. Básicamente esta labor consiste en registrar las características, posición y hora de los distintos meteoros que se observan. Para ello es fundamental tener un reloj correctamente sincronizado (con las señales horarias de RNE por ejemplo) y conocer las coordenadas del lugar así como la magnitud límite observable a simple vista. 

Las coordenadas las podemos conocer fácilmente con un GPS o bien si sabemos la ubicación del lugar las podemos obtener consultando algún servidor SIG o un mapa en papel. Para estimar la magnitud límite (que nos dará una idea del objeto más débil que podemos observar a simple vista) debemos tener el ojo totalmente adaptado a la oscuridad (al menos es necesaria media hora para que la pupila se adapte, por eso no conviene deslumbrarnos una vez pasado este tiempo) y realizaremos un conteo de estrellas en determinadas zonas del cielo.

Zona nº 6 para estimar la magnitud límite (MALE) en el cuadrado de Pegaso

Por ejemplo si en la zona de la imagen anterior somos capaces de contar 9 estrellas implica que tendremos una magnitud límite estelar de 6,2. La magnitud límite estelar conviene estimarla cada hora porque las condiciones pueden variar a lo largo de la noche. 

Para registrar los meteoros se pueden utilizar las cartas y partes facilitados por SOMYCE y que están disponibles en su página. Si la actividad no es alta se pueden dibujar las estelas de las estrellas fugaces que veamos en el mapa de la zona del cielo correspondiente. Al mismo tiempo se anota una información básica: hora a la que se ha observado (en Tiempo Universal), magnitud estimada, velocidad, tiempo de persistencia de la estela, etc. Lo apropiado es utilizar una grabadora -para no apartar la vista del cielo mientras anotamos- y luego pasar los datos al parte tranquilamente en nuestra casa. El tratamiento de la información de muchos observadores en muchos lugares diferentes permite calcular valores relacionados con las características y estructura del enjambre meteórico, lo que también aporta información sobre su cometa progenitor.

Las lluvias de estrellas ofrecen una buena ocasión para la fotografía del cielo nocturno sin necesidad de un gran despliegue técnico. Con un trípode y una cámara reflex podemos ir obteniendo imágenes de larga exposición en las que queden grabadas las estelas de varios meteoros. Si no nos importa que salgan los trazos de las estrellas y no hay excesiva contaminación lumínica podemos hacer tomas de varios minutos a una sensibilidad de entre 800 y 1600 ISO, pero hay que tener en cuenta que con las buenas temperaturas nocturnas aparecerá ruido debido al calentamiento del sensor con exposiciones prolongadas. Otra opción es realizar muchas tomas seguidas de entre 10 y 20 segundos, lo que evitará que aparezcan los trazos originados por el movimiento aparente de las estrellas. 

En cualquier caso agosto ofrece una ocasión incomparable para disfrutar del cielo nocturno sin más instrumento óptico que nuestros ojos.

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