Nebulosas planetarias estivales

M57, la nebulosa anular de la Lira. Imagen resultante de combinar 21 tomas de dos minutos con filtros R, V y B, realizadas con el telescopio de 1,5 metros del observatorio de Sierra Nevada (Máximo Bustamante)

Una nebulosa planetaria tiene realmente poco que ver con los planetas, pues su denominación obedece al aspecto que presenta al telescopio y no a su naturaleza. Efectivamente se trata de objetos con un tamaño aparente pequeño y forma más o menos circular, en unos casos más definida que en otros, con ciertas diferencias de brillo en su disco que denotan una estructura heterogénea. Hoy sabemos que estas nebulosas son los restos de estrellas que acabaron su vida de forma más o menos convulsa, según su masa, quedando como cadáver una pequeña enana blanca rodeada por el material que formaba las diferentes capas estelares, expulsado en los estertores finales del astro y que se expande a gran velocidad hacia el exterior. Estas nubes las vemos porque son excitadas por la radiación ultravioleta de la estrella central, y en fotografía muestran diversos colores relacionados con los elementos que las componen, que al fin y al cabo fueron sintetizados en la estrella a través de procesos de fusión nuclear y que acaban incorporados al medio interestelar. Ahí están por ejemplo el carbono, oxígeno, calcio o nitrógeno que posiblemente acaben formando parte del cuerpo de Sfnorgk el Casto, hijo de Burfkl el No tan Casto, conocido astrónomo egrediano dentro de 5.000 millones de años, al que podemos imaginar observando a través del telescopio la nebulosa en forma de anillo que queda de una estrella que cierta civilización olvidada llamó Sol. 

El proceso por el que una estrella como el Sol va expulsando sus capas al morir y forma una nebulosa es muy breve: en tan sólo un lapso de 10.000 a 50.000 años (un suspiro en términos astronómicos) el gas ionizado se recombina, deja de emitir (volviéndose invisible) y se diluye por el espacio. Por eso sólo vemos una nebulosa planetaria por cada 60 millones de estrellas, y las que podemos detectar mejor son relativamente cercanas y recientes. Tres de las más famosas se encuentran en buena posición en el cielo durante los meses del verano boreal: la nebulosa anular de la Lira (M57), la nebulosa Dumbbell (M27) y la nebulosa de la Hélice (NGC 7293). 

M57, la nebulosa anular de la Lira 

M57 (ver imagen al principio del artículo) es el ejemplo típico de nebulosa planetaria. Situada en la constelación de la Lira es relativamente fácil de localizar, pues se encuentra casi a medio camino entre las estrellas Sheliak y Sulafat, las dos que forman uno de los lados menores del rombo que caracteriza de este asterismo. Si barremos con el telescopio esta línea nos llamará la atención un objeto ovalado muy pequeño pero bien definido; podemos jugar con el enfoque para comprobar que no se trata de una estrella, pues no llega a tener en ningún caso aspecto puntual. Un ocular más potente nos sacará de dudas, y aunque perdamos luminosidad le apreciaremos una región central más oscura, lo que le confiere ese aspecto característico en forma de anillo. 


Localización de M57

En fotografía aparece claramente su estructura anular y su color verde-azulado en el centro y rojo en las partes más externas. No obstante para obtener algún detalle es necesario disponer de un telescopio con una gran distancia focal (y también abertura), por lo que no es fácil sacar una imagen a gran resolución de este objeto. Visualmente es una nebulosa sencilla de localizar e identificar, apareciendo su estructura en anillo en cuanto subimos un poco los aumentos; pero no es tan agradecida en fotografía sin usar grandes telescopios. Su distancia se estima en unos 2.500 años luz y su diámetro sería de 1 año luz aproximadamente. La enana blanca de su centro es muy débil, de magnitud cercana a 16, por lo que únicamente con telescopios de cierta abertura o en tomas fotográficas se ve con claridad. 

M27, la nebulosa Dumbbell

Localización de M27

Más brillante, extensa y fácil de observar que la nebulosa anular es M27, que puede ser localizada sin problema con unos prismáticos. Para ello podemos partir de la estrella Albireo (la cabeza del Cisne, que además es una bonita estrella doble) recorriendo el cielo en dirección a la cabeza del Delfín, un asterismo también fácil de reconocer. Antes de llegar a la mitad del recorrido aparecerá en el campo un pequeño disco nebuloso casi circular, que ya al telescopio se aprecia claramente como una nebulosa de forma peculiar que puede recordar a un diábolo.

Fotografía de la nebulosa Dumbbell a través de un telescopio de 952 mm de focal y 127 mm de abertura (Máximo Bustamante)

Es un objeto fácil de fotografiar con un brillo total de 7,4 magnitudes y un tamaño aparente de 8 x 6 minutos de arco, pudiendo obtener detalles interesantes sin recurrir a grandes telescopios. No aparece con estructura anular, sino como una burbuja verde-azulada envuelta por una capa rojiza. Está a unos 1.200 años luz, la mitad de distancia que M57, y su tamaño se estima en unos 2 años luz.

M27 fotografiada con el T-150 de Sierra Nevada (Máximo Bustamante)


NGC 7293, la nebulosa de la Hélice

De las tres nebulosas planetarias que estamos viendo, NGC 7293 es la más cercana (unos 680 años luz) y la de mayor tamaño, tanto real (2,87 años luz de radio) como aparente (25 minutos de arco). No obstante es la más difícil de observar porque presenta un brillo mucho más difuso que M57 y M27, por lo que es necesario un cielo muy oscuro para distinguirla visualmente. Sin embargo se encuentra a una declinación bastante al sur, por lo que no alcanza mucha altura sobre el horizonte en nuestras latitudes, de modo que se puede ver bastante afectada por la contaminación lumínica. Así, para observarla necesitaremos cielos oscuros y un ocular luminoso que nos permita abarcar bastante campo.

Localización de la nebulosa de la Hélice

Está localizada en la constelación de Acuario y en los meses de julio y agosto tendremos que esperar a la segunda mitad de la noche para que alcance cierta altura (conforme avanza el verano va adelantando su salida). Encontrarla sin una montura informatizada es bastante difícil al estar en un campo pobre en estrellas brillantes con las que guiarnos. Si acaso podemos tomar de referencia a Fomalhaut y trazar una línea imaginaria con la estrella Iota Aquarii, para aproximadamente a la mitad encontrar a NGC 7293. Visualmente no esperemos apreciar algo más que una nebulosidad redondeada muy tenue, que se verá más contrastada si disponemos de una buena abertura o de algún filtro (por ejemplo un CLS, UHC o -si nuestro telescopio tiene al menos 15 cm de diámetro- un OIII). Pero es en fotografía cuando esta nebulosa se muestra en todo su esplendor gracias a su gran tamaño aparente.

Nebulosa de la Hélice (los datos de la fotografía AQUÍ)

Con un telescopio refractor mediano y una integración suficiente NGC 7293 aparece como un ojo de gran pupila azulada, iris anaranjado y párpados rojos. Es fácil obtener multitud de detalles en las capas de la nebulosa como zonas de diferente brillo, penachos de gas, etc., que muestran una estructura bastante compleja. El telescopio espacial Hubble nos ha regalado espectaculares imágenes de este objeto.


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